¿Nunca te ha pasado que ves una marca y dices: “me cae bien”?
Sin probarla.
Sin investigar quién la creó.
Sin leer los ingredientes ni el about us.

Te cae bien. Punto.

Eso pasa porque las marcas también comunican personalidad:
Hay marcas intensas (demasiado café y cero paciencia).
Hay marcas misteriosas (que te hablan como acertijos).
Hay marcas que son ese amigo tranqui que te escucha y te dice “todo bien, ya mismo sale”.

Y ojo:
No se trata de inventar “la voz”.
Se trata de ser coherentes con la historia, propósito y forma de actuar.

Las personas no aman productos. Aman cómo las marcas las hacen sentir.

Y sí, aquí estoy yo filosofando sobre marcas como si fueran personas…